Además, fue lo único que quedó, salvo el unánime llamado a la resignación. Fue lo único que quedó. Ni para llevar en un escapulario
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Fue el sábado 26 de abril, más o menos a las 14:10 en todos los relojes, barrera de la estación de Quilmes, tren que va para Constitución, y como boludos hay de todos los tamaños (grandes, chicos, medianos, liliputienses, gigantes) y encima se compran por un fangote de guita una cámara a la que los chabones, incluso los de la tele, le dicen filmadoras y si hay algo que no hacen es justamente filmar, el pelotudo de marras quiso dejar un imborrable testimonio de cómo salen un tren como si todos no salieran igual, pero como él no tenía ninguno filmado ni grabado ni nada, la cámara nuevecita, recién comprada, al pedo como cenicero de moto, dio rienda suelta en busca de un Oscar de Hollywood o al menos un Cacho de Ezpeleta, un Martín Fierro de APTRA o un Gauchito Gil del Polideportivo José María Gatica de Villa Dominico, los elogios de las tías gordas que lo único que hacen es elogiar cualquier batata, y no tuvo mejor idea que ponerse a la vera de los rieles, encuadrar y darle al On.
Menos mal que pelotudo a vela como es no se le había ocurrido pasarse la correíta que traen por el cogote, porque si no terminaba abajo de las ruedas, picado fino, como la piba que en la estación de Flores, tiempo atrás, le quisieron arrebatar la cartera y nada de la cartera o la vida, se le llevaron la cartera y la vida, todo junto, o si no, otra alternativa posible, hubiera sido que se lo llevaran de tiro, arando con la zapán todo el piedrerío hasta la estación Bernal, primera parada del tren-bala que supimos conseguir y ahí sí, ya decidido a la Medalla de Oro que otorgan sólo en el país condenado al éxito, pedirle al morochito si no se dejaba sacar una foto, decí alpiste, querido, y en una de esas, una foto los dos juntos, cosa de ponerla en una repisa o arriba del hogar, ¿no?.
Para el recuerdo, ¿vio? Es como dicen el ingeniero Blumberg y mi subcomisario Patti, ahora para colmo apoyado por dos ex primeros mandatarios de la talla del Chango de Anillaco y el Chupete: no hay seguridad, no hay.
Y para pior en Quilmes, fijate vos lo que son las cosas, que en sus tiempos de gloria, además de la mejor cerveza del mundo, supo tener casi una década como intendente nada menos que a Ciriaco Cuitiño, achairando, antes que el Restadurador de las Leyes lo llamara para el cumplimiento del deber, a la cabeza de la Mazorca, cosa que la oposición se quedara justamente a la altura de los hombros.
Total, además, como este caso lo demuestra palmariamente, en pleno posmodernismo y boom de la soja, una humareda que no deja ver ni lo que se habla, haciéndote lagrimear constantemente, ¿para qué mierda sirve, además de poder llevar el pelo?