domingo, noviembre 2

HASTA AHORA, VETERINARIOS TRUCHOS NO

Los afiches que empapelaron el microcentro de Buenos Aires, a fines del mes pasado.

Por empezar, como le dijo Sarmiento a Alberdi, que lo gastaba porque no había llegado ni a la universidad, un título no achica más las orejas. Al revés de lo señalado por el Gran Sanjuanino la secuela es que parece un torneo para agrandarse más las orejas y, a coro con Guillermo Moreno, a ver quién las tiene más largas que Platero. Por ejemplo, para empezar por algún lado, el mítico Hipólito Yrigoyen no fue nunca abogado ni nada que se parezca, pero se hacía el sota cuando le decían El Dotor y apenas habia llegado a comisario de Balvanera. Sin contar con que las hojas respectivas de por lo menos su inscripción en la Facultad de Derecho de la UBA fueron prolijamente arrancadas.
Del padre Pedro se sabe que nunca fue cura y algunos dicen que hay que ver si en una de esas tampoco Pedro. Uno de los Alemann, adalides de la Patria Financiera, también se hace el sota cuando lo llaman doctor y ha resultado imposible saber en qué se doctoró. El versátil Leopoldo Moreau, con algunos otros tics, no le hace asco si alguno se equivoca y lo doctorea. Intentó ir a la facultad, pero la escalinata le resultó muy larga y mucho más cómodo es el chamuyo.
Pero en materia de truchadas, gracias a la sentina rota por el menemismo, hay que reconocer que un verdadero festival. Estuvo el DipuTrucho, un fiscal trucho y cuando lo coronaban las velas y las multitudes, resulta que Juan Carlos Blumberg no era ingeniero. Todo esto no fue obstáculo para que en las elecciones, en las boletas, que ya estaban impresas, los pocos cientos de votos que sacó fueran para el ingeniero Blumberg. Atrás había quedado la carrera interruptus de la Zulemita en la Universad Argentina de la Empresa, cuando rindió Paquetes & Envoltorios, sic, y la pescaron que desde el auto de los services, con una cucaracha electrónica le pasaban la data sobre nudos, cinta de embalar y otros temas demasiado abtrusos para cualquiera, por más inteligente que sea.
En materia médica, quizá por lo mediático del vapuleado Silvio Soldán, casi eterno bajo una peluca siempre nueva, su pareja Giselle Rímolo marcó una etapa del escándalo, bajó varios récords y hasta estuvo en galera.
El cariño que reina entre los peronistas, unos caballeros ingleses a la hora de dirimir un quítame de allí esas pajas, arremetieron ahora último contra Mario Das Neves, el gobernador de Chubut que más porcentaje de votos sacó en las últimas elecciones, aunque sea una provincia con más pingüinos que gente. Eso lo embaló para primerear y largarse con vistas a la presidencia en juego en el 2011. Empapeló Buenos Aires e hizo su tournée televisiva correspondiente. No se lo perdonaron. A fines de octubre el microcentro porteño amaneció empapelado a todo color con unos delicados afiches con toda su cara regordeta y la infamante leyenda que hacía de epígrafe:
20% de abogado
100% de pelotudo
Un tanto duro, por cierto, pero sus queridos compañeros de primero la patria, luego movimiento y por último los hombres lo pescaron que había ejercido la titularidad de la Aduana gozando del doctoreo y una declaración en letra chica donde acusaba haber cursado sólo el 80% de la carrera de auxiliar de la justicia. A la lona. Eso no se perdona. Das Neves averiguó y encaró otra vez para el peloteado Albistur que maneja los millones y millones en la propaganda oficial en el periodismo y encontró con que los habían impreso en Quilmes, por lo que le apuntó duro a otro que suele ser blanco propicio, sobre todo del ingeniero Blumberg, como es el cervecero K-Aníbal Fernández, ministro de Justicia, Derechos Humanos y algo más.
La senadora Hilda González de Duhalde, La Chiche, se había ido de boca con un cumpa de toda la vida, puesto por su marido, como el Néstor Iº de Río Gallegos, incapaz de apuñalar a nadie por la espalda, diciendo que dárselas de campeón de los derechos humanos era lo mismo que Schoklender festejara el Día de la Madre. El K-Aníbal, sobre todo con la apestosa campaña de su Quilmes querido, como buen líbero en la materia que es, le salió al cruce, la barajó de sobrepique y la trató de bonsai, parece que aludiendo a la corta estatura de la integrante de la Cámara Alta, ya que a su marido le dicen El Pitufo. Pero no debe estar lejos el momento en le vayan a sacar la currícula que tiene como intendente del partido de la famosa espumita y por qué pasó de contador a abogado. Es cuestión de esperar.
El revoleo de boñiga fresca y maoliente, como la cosecha de mujeres, nunca se acaba, nunca se acaba. Otro que supo caer en la volteada fue el calvo ex comunista Jorge Telerman, jefe de la Ciudad por el traspié con empujón recibido por el doctor (sí, doctor, tranquilos, hasta fue fiscal y no es trucho) Aníbal Ibarra a raíz de la masacre real de Cromañón y la posterior, buscando muñecos para pasarles la factura. Resulta que el en su momento también camarada de Ibarra dejaba correr lo de Licenciado y al final tuvo que admitir que lo único que lo acercaba a tal jerarquía era estar con licencia sin goce de sueldo en el marxismo-leninismo.
Tantas cordialidades y buena educación siembran ejemplo. Con los dirigentes que hay tenemos que ir pensando seriamente en autocontrolarnos. O, como aventurara Almafuerte hace muuucho tiempo, dejar que nuestras novias escolten la sombra de la Patria.
¡Chofer!