lunes, marzo 21

NO SABEN SI LO MATARON LOS MEDIOS O SI QUEDO EN EL MEDIO



RAMON ARAMAYO, 36 AÑOS, Q.E.P.D.

Extraño y atípico, para variar. Ayer a la tarde, en uno de los bretes custodiados como si fueran la entrada a Libia, un hasta entonces con vida ciudadano argentino, Ramón Aramayo, 36 años, dos hijos, empleado de Correo e hincha de San Lorenzo, se vio enredado en la ceremonia ritual del cacheo para tratar de ver lo que llaman un partido de fútbol y cayó víctima como consecuencia de un "hecho confuso." Marcos Caruso, de La Nación, ya en 1986, en una nota rectora en la materia, estableció que cada vez que se producen en el país este tipo de confusiones la policía es la autora del hecho. Una verdadera regla de oro.

El vacío informativo a partir de aquí es asqueroso; la versión oficial mucho peor. Aramayo alcanzó a andar por sus propios medios unos 50 metros y cayó despatarrado del bobazo, dijeron. Las contusiones que tiene en el cuerpo Los médicos del SAME que lo cargaron del lugar donde lo habían dejado tirado advirtieron la golpiza con la primer ojeada. Los trascendidos autorizados de la autopsia hablan de edemas pulmonar y cerebral, nada de golpes, pero la cándida versión ofrecida por el cándido vocero oficial de que se resistió al cacheo y salió caminando lo más choto unos cuantos metros para de pronto sentarse en el cordón de la vereda y enseguida morir por no tener otra cosa que hacer se lleva del morro con videos espontáneos que lo muestran esposado y también cómo lo llevan de la calle hasta la persiana donde lo dejan y después de murió. Lamentablemente también hay fotos profesionales que muestran al que en minutos iba a ser cadáver, esposado, boca abajo en la calle, y varios policía rodeándolo. Ahora todas las apuestas oficiales apuntan al examen toxicológico del cadáver para ver si la muestra de alguna ingesta lo pasa posmortem a la indeseable categoría de militante en alguna adicción.

El desmadre informativo, como rige en estos casos, no tardó en hacerse presente. Fueron varios los que hablaron en torno a que la Tía Federica había declarado zona liberada para los de Velez  a la altura de Reservistas Argentinos, donde no tardaron en encontrarse destacamentos de las dos bandas, y un canal de noticias de cable estuvo tan seguro del trascendido a los muertos eran dos (2) que salió corriendo el movilero y se conformaron con mostrar una mancha de sangre en el asfalto, emplazamiento quejuraron por la luz que los alumbraba que era donde había caída muerto Aramayo y el otro colega cadáver debe haber levitado rumbo al cielo, nunca se supo más nada ni hicieron mención.

Es desagradablemente aburrido enumerar las circunstancias por las que se están pasando y que no falten los babiecas que le atribuyan a este entorno enquilombado, desjearquizado y fundamentalmente desconchado y desmadrado, por sobre todas las cosas invertebrado, que está pasando el país alguna causa o justificación por el a todas luces oscuro final del infeliz Aramayo. Le dieron para que tuviera por resistirse al cacheo, así de sencillo, y hay testigos. Porque la Tía Federica está sumamente quisquillosa. La Ministra de Seguridad Nilda Garré y una jueza federal, la Chuchi Servivini de Cubría, andan de limpieza en algunas cajas tradicionalmente seguras, ya se decapitó a un capistote y todo indica que se viene una mayor degollatina de comisarios. Además, a partir de ayer, tres cinco uniformados más pasados a disponibilidad por lo sucedido en Velez y como si fuera poco le entregaron la investigación oficial a la Gendarmería. Por otro lado  hubo testimonios de periodistas de América que fueron fajados sin comerla ni beberla y que los salvó de la chirona la intervención de dirigentes sanlorencistas. El ambiente estaba caldeadito.

El descerebramiento de la clase dirigente argentina no es novedad y tiene cantidad de pintoresquismos en el fútbol. Por suerte los mecanismos de autocontrol de la gente hacen que no se festejen todos los fines de semana un festival de cadáveres porque incidentes hay a montones. Ahora resulta que este Velez-San Lorenzo, del que se alcanzó a jugar 7 minutos antes que el árbitro lo suspendiera porque la hinchada visitante daba muestras de estar decidida a reducir al Amalfitani a polvillo se tenía que jugar sólo con los locales. Esta medicina ya ha sido aplicada en el Nacional B y se insiste en el aburrimento de tener que andar enumerando que el sol sale por el este, todas las mañanas, generalmente tempranito. Sin pretensiones de sarcasmos baratos, si se trata de sacar elementos constitutivos de esta práctica que tiene más de dos mil años de antigüedad, más que el público de la visita como elemento de la discordia, después de la genialidad que como fue el tamaño de las banderas el elemento detonante de tanta agresividad, el elemento primigenio de conflicto es la pelota. ¿Una joda barata? Vayan y lean la Enciclopedia Británica. A los gritos van a clamar que es imposible hacer tamaña lechonada porque sin ese útil elemental no hay fútbol, tras lo cual se abre un debate más que interesante: lo que hay ahora, para colmo esponsoreado como propaganda electoral vía tevé por el Estado, con la mano en el corazón, ¿es fútbol?

En un país que tiene a las ideas acantonadas y la cultura en pie de guerra, con parcialidades que vociferan antagónicas y simiescas sin saber por qué, cuando lo cogoteaban y zamarreaban  de lo lindo a Aramayo, para dejarlo en el umbral de un misterioso y abrupto colapso final, no muy lejos de allí seguía la toma en unos monoblocks y la orden de desalojo de un juez federal seguía siendo sobajeada entre dos aparentes gobiernos, en una lastimosa pelea de matrimonio mal avenido, tomala vos, dámela a mí, ni bola a las órdenes judiciales, y en medio del bochinche la CGT estuvo al borde de un paro por la sospecha suiza de que su titular lava dinero y eso que ni están enterados que su gremio tiene un club de fútbol propio con unos sueldos que ya quisiera el Inter de Berlusconi, un tufo a trampa que se huele a varios kilómetros, y para dejar la ampollita más molesta en el dedito chico por ir a la cancha con zapatos nuevos sin domar, en medio de esta patología grave instaurada por salud moral y mental como son las dos policías, ¿dónde está escrito que a la Tía Federica, en una repartija que nunca se hizo, el fútbol porteño es jurisdicción federal y le tocan a ella los benditos Operativos Especiales que siempre han sido motivo de problemas más que de soluciones, como lo muestra el fin de Aramayo y sin detallar otros aspectos espinosos?

Bueno, si a esto se lo mirada desde el lado de los adicionales y la caja extra de los jefes, la verdad que en el Reino del Revés figuran por valores propios. Y Ramón Aramayo no tardó en irse para el Reino del Olvido con dos edemas como causales de su muerte y muchas más dudas. Hasta que lo reflotó el patrinio legal de Fernando Burlando, un pincharrata caracterizado no precisamente por lo módico de sus honorarios, y que ya se encargó de hacer saber que los daños y perjuicios que gestionará vía judicial para la viuda y los dos hijos andan en un mínimo de 200 mil dólares. ¿El responsable? El Estado, como es lógico, que lo agregará al déficit generoso de Fútbol para Todos.