A los gustos hay que dárselos en vida. Por fin, después de no tantos anuncios ni bambolla, Martín Palermo vio inaugurada su estatua en el Museo de la Bombonera. Los sarcásticos que nunca faltan comentaron que solamente la figura, unos tres metros de bronce, varios kilos de peso, es más dura y rígida, tiene menos cintura que el goleador que superó los tres centenares de tantos con la azul y oro.
El Loco en persona tuvo a su cargo el descubrimiento y hasta puchereó un poco al improvisar un tartamudeado agradecimiento. De esta manera se agrega a Ricardo Bochini, Herminio Masantonio, Carlos Monzón por partida doble y Ringo Bonavena, sin contar la de acrílico que le hicieron a Mostaza Merlo por haber dirigido técnicamente a Racing y sacarlo campeón. Es lo que hay. Se trata de una época de héroes fáciles y leves, volátiles, como diría algún politólogo de ocasión.
