domingo, mayo 28

REQUIEM PARA SORDOS


En los primeros minutos del pasado sábado 27 de mayo, en Husares al 2300, lo más paquetito del Bajo Belgrano, el marino retirado de 57 años del primer piso, por aquello de que la tercera es la vencida, volvió a subir hasta el segundo, tocó el timbre y volvió a atenderlo el hijo del general de 24, al que le reconvino con tono nada civilizado que no rompiera más los quimbos con la musiquita del nivel que escuchan los péndex, como si estuvieran en un recital de Obras o de Cromañón.

-Vos a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer en mi casa -reinvindicó la sacralidad de la propiedad privada el aludido-. Tomátelas de acá, vamos.

El veterano, para inaugurar un nuevo giro en materia informativa, extrajo de entre sus ropas un bufoso calibre 32 y procedió a vaciarle medio cargador en el medio del pecho, heridas que la produjeron la muerte a poco de llegar al hospital.

Según instituciones que están trabajando sobre el tema, en el 90% de los consorcios que tiene la Reina del Plata hay quilombos de todos los tamaños, con soluciones de todos los calibres, menos las civilizadas, porque empezando por las administrativas urbanas, que son más inútiles que el agua de los fideos, el ciudadano de cualquier categoría se encuentra solo a la hora de los problemas y aplastado por una feroz maquinaria estatal cuando saca los pies del plato y no se comporta como debe, caramba.

La cosa está que arde. Y no sólo por este caso extremo en un lugar donde no hay negros de mierda, villeros, piqueteros y otros indeseables que molestan con sus hedores y presencias a la gloriosa clase media porteña. Los cerramientos y otros afanos de propiedad común están al orden del día y también a cargo, alguna que otra de uniformados. Recurrir a la autoridad pertinente, para los que tienen plata y tiempo, es como tocar el timbre en una bóveda.

Y como si fuera poco el sistema de mierda que se ha implantado a dejado lugar a una generación de sordos, insolentes, que viven solos en el mundo y que dan lugar a que se gatillen esctructuras psicológicas que ya están medio en banda y acá te la terminan por tirar a la mierda del todo.

Che, Telerman: teléfono.