lunes, julio 24

LOS CHINOS, ANTES QUE NADA, CHINOS

Auguri, don Franco, e avanti, sempre avanti.

SI QUIEREN QUE SEAMOS FRANCOS, HICIERON BIEN

Antes se agitaba el fantasma de China Roja y la Cortina de Bambú, bajo la graciosa y humanista fórmula del peligro amarillo pregonado por EE.UU., porque al frente estaba Mao Tsé Tung y ahora andan todos preocupados porque dicen que China se volvió capitalista y está a un tris de ser la superpotencia más grande la historia. ¿Cuentos chinos? Puede ser, pero siempre chinos. Y de pura cepa. El gran hacedor de esta última etapa, echado como un perro durante la Revolución Cultural de los '60 con la etiqueta de Seguidor del Camino Capitalista N° 2 (sic), el camara Teng Siao Ping, reflotado bastante antes de la muerte del Gran Timonel por su gran amigo y también camarada, el premier Chou En Lai, quien supo ser enviado a discutir ideológicamente con Mijail Suslov, el filósofo oficial del hoy inexistente Partido Comunista de la URSS sobre marxismo leninismo, porque era en China el que más sabía de esta materia, lo dijo a voz en cuello en un congreso partidario: "No importa que el gato sea negro o pardo; lo importante es que sepa cazar ratones." Si no habían escuchado algo más pragmático, bueno, ahora lo escucharon. Y fue antes de 1970. El fue el que pergeñó el llamado plan de Las Cuatro Modernizaciones que ha llevado a la República Popular China al lugar que está, en este momento abocada a cumplir lo que le ordenó el Partido para el próximo quinquenio: equilibrar las balanzas comerciales para no convertirse en grandes acreedores de ningún país, reducir al máximo el consumo energético y duplicar el nivel de vida del pueblo. Los chinos tienen un gravísimo defecto: cumplen todo, no dicen nada al pedo. Para completarla, cosa de tener una buena asesoría en materia de inversiones para toda Latinoamérica, acaban de nombrar en ese cargo al ítalo-argentino Franco Macri, formado en lo mejor de la escuela musoliniana, enriquecido gracias a la Patria Licenciataria, próspero hombre de negocios en cuanta dictadura militar hubo, defensor acérrimo del neoliberalismo y de la libertad de empresa que se fue al carajo la primera vez que tuvo que administrar una como fue el Correo Argentino. Aclaremos: el que se fue al carajo fue el correo, no él. Ya lo dijo el gran José Martínez de Hoz, (a) Joe, y nada de sarcasmos baratos, en pleno Proceso y para quien quisiera escuchar: "Argentina es un país de empresas quebradas, no de impresarios quebrados." Ahora es asesor para esta parte del mundo de la República Popular China. O sea, que conocedor del paño como es, los va a asesorar dónde poner morlacos y ganar lo correspondiente. ¿Por qué no hizo nunca lo mismo para Argentina? Muy sencillo: porque él no solamente vive EN Argentina, sino que que siempre vivió DE y vivió A LA Argentina, que no es lo mismo. Y lo que quieren los chinos es ganar guita, no andar viendo de qué color es el gato. Así que si se tienen que hacer hinchas de Boca e ir todos los domingos a La Bombonera, con el pañuelito atado con cuatro nudos, a darle al bombo y cantar en chino legítimo los cantitos de La 12, lo van a hacer sin ningún problema y encima mucho mejor que los chicos del Rafa Di Zeo. Les hacemos llegar nuestras más calurosas felicitaciones a los camaradas chinos. Si hubiéramos estado en su lugar habríamos hecho exactamente lo mismo y sin ponernos colorados. Lo que pasa que estamos del lado donde don Franco siempre sacó ganancias y ahora va a sacar más para llevarlas al Banco del Estado de Pequín. That is the question. Que lo disfruten, che. Algún día aprenderemos a tener conciencia nacional y a operar de acuerdo a nuestras conveniencias, es decir, para el pueblo en general, como hicieron ustedes, los chinos, desde 1949, y no para que la costra que nos dirige solucione sus problemas a costas del hambre y sufrimiento de la mayoría de los que deberían ser sus hermanos.