LOS CHIVOS NO SON REVOLUCIONARIOS
Ayer el comandante Fidel Castro cumplió 80 años no precisamente gozando su mejor estado de salud, convalesciente de una operación en el aparato digestivo de urgencia que tuvo con el ay en la boca a tirios y troyanos. Lamentablemente en la isla salieron a relucir práctica que ya se creían olvidadas en lo que respecta a la liturgia stalinista, jugar a las escondidas y otras yerbas.
Pero la aparición en el Gramma, que es como decir que hasta el último burócrata miró con la lupa para dar su aprobación y dar una prueba de vida y de buena salud con un buzo de Adidas no sólo es un mensaje de aggionarmento en vísperas del nicho y la bendita transición. Deja un tasto amargo. En la que puede ser su última salida del país, como fue venir a Córdoba para la reunión cumbre, lo hizo con su viejo uniforme que lucía bastante viejón y hasta arrugado. Ahora, después del susto, el aire fashion y posmoderno no le sienta al cutis muy bien que digamos.
Lo único que falta es que el sepelio se lo sponsoree Cochería Paraná o McDonalds.
Comandante, que su recuperación sea pronta y feliz. Pero la Cuba que pasará a la historia, con nuestro compatriota a su vera, andaban en pata, los pies podridos bajo las uñas por el bicherío, ropas rotas y después, ya en el poder, cuando mucho, uniformes de gabardina bien planchados.
Las boutiques quedan en Miami, doctor Fidel Alejandro Castro Ruz.