Identificado y acusado, Cristian Favale, también conocido como El Gordo o El Tatuado, barrabrava delivery. |
En medio del silencio de radio de los barrabravólogos de cabecera del establishment, el gobierno le tiró todos los perros a Cristian Favale, también conocido como El Gordo o El Tatuado, un barrabrava de Defensa y Justicia conchabado con otros, algunos claramente identificados como cuadros de la Lista Verde de la Unión Ferroviaria que lidera el ex marxista José Pedraza, y donde aparecen miembros de La Guardia Imperial racinguista, también algunos de Banfield y Deportivo Laferrere. Lo acusan de ser por lo menos el autor que terminó con la vida del joven activista Mariano Esteban Ferreyra, 23, del Partido Obrero, en una embascada con zona blanca en la zona de Barracas bien aledaña al Riachuelo. Las zonas blancas tienen un lungo antecedente casualmente en Quilmes para terciar en favor del envío de tropas y contra los bolches. Ver el antecedente.
Ni palabra oficial que este encontronazo con resultados fatales y heridas graves en otra activista de 56 años y un joven con un balazo en el glúteo que ya fue dado de alta, es el tercero entre los mercenarios y los precarizados del ex Roca en Plaza Constitución, unos como guardias blancas de los nuevos patrones sindicales y los otros tratando de recuperar el status digno de trabajadores. El primero fue en agosto y el otro en el pasado setiembre. La prensa, tanto gráfica como televisiva, en el clima bélico imperante en la información, ha desplegado toda su potencia contra el kirchnerismo y las pústulas asoman por todos lados. Campeones de la militancia, los derechos humanos y otras banderas, abroquelados atrás de una impresionante maquinaria propagandística pagada con fondos públicos, a la actual gestión le explotó el cuete en la mano y el asesinato joven Mariano Esteban Ferreyra les mostró las falencias y otras lacras.
"Andaban buscando un muerto y ahora lo tienen", se desbocó la tuitera desde la Casa Rosada, haciendo un afiatado coro con Julio Grondona y un jefe de barra brava en la cumbre, por 1984, cuando desde la tapa justamente de La Nación pontificaron que "en este país, si no hay un muerto no pasa nada". Con una celeridad y premura que son más sospechosas que la tradicional morosidad judicial, apartaron a la pasiva Policía Federal, sacaron a la calle a la Gendarmería otra vez y hasta el mismísimo Néstor Kirchner pidió pista para jetonear en cámara y dar la primicia que "hoy vamos a tener novedades", por ayer. En el medio, como quien no quiere la cosa, habían tratado de enmierdar al Pitufo Duhalde, mostrar las fisuras que tienen en un edificio que ya les flamea y en el colmo de los desparpajos, el dueño de las Obras Sociales, Hugo Moyano, tomar la bandera de ir a hablar con el Ministro de Trabajo para que los precarizados sean reincorporados y puestos a derecho. Aunque no sea novedad, no tienen vergüenza.
Para colmo, la realidad, que es impía, les regaló la casualidad que justo el día en que repatriaban desde Ciudad del Cabo a un muy descompuesto cadáver de Luis Forlenza, el barrabrava bostero muerto en una camorra intestina la noche del 4 a 0 de los alemanes, en Avellaneda enterraban al muchacho activista del Partido Obrero. Por esos lados y en esas lides también andaba Cristian Favale. En las verdaderas tribunas partidarias que se ha convertido la prensa opositora, sobre todo la televisiva, un trabajador ferroviario de Plaza Constitución, con 15 años de antigüedad, tono suave y gran valentía y conciencia social, contó de un incidente pasado tiempo atrás, en un local de Lomas de Zamora, cuando los bravos de Laferrere vinieron a preguntar cuánto les pagaban para repartir goma porque acababan de contratarlos los de la Verde de Pedraza. Si alguien quiere algo más claro, que le eche agua.
La vuelta campana de los Kirchner & Co., la vida por el poder y multiplicar los panes, con el descontrol que llevó al asesinato del chico Ferreyra dejó al aire libre que no necesita de los uniformados para reprimir a la vieja usanza sino que el neoliberalismo nacional y popular vuelve a sus viejos amores, tipo 1º de mayo de 1974, cuando ahora aliados les reclaman pedazos de la torta y ya tienen parte de los camaristas del fuero laboral, pero quieren más, como por ejemplo fiscalizar los libros de contabilidad de la patronal, en una de las usinas más suculentas de los inspectores corruptos del fisco.
En un periodismo que dejó la presunta objetividad para mejores lides, porque este es un momento de alineamientos, no de buena letra, destapa ollas a cuatro manos. El sindicado Favale no tiene solamente los teléfonos del poder como el Rafa Di Zeo, sino que hasta se saca fotografías con el Poder y sus bocas de expendio, tal como le sacó a relucir el álbum familiar los de Perfil y en lo que hace al ex marxista José Pedraza, nada que envidiarle a los finados Augusto Timoteo Vandor, Jorge Triaca o el todavía en carrera Armando Cavalieri, sin contar al mismísimo Hugo Moyano que se ha convertido en el lugar común de todo lo indeseable. Ver.
La administración de justicia en nuestro país, caracterizada desde Mariano Moreno por la morosidad que hace que se le ahoguen los pescados, se le vuelen las gallinas y se le escapen las torgugas, es mucho más sospechosa cuando acciona de manera fulminante y efectiva. Se dice que Favale ha sido identificado, pero nada más. Falta un rato. También han tenido el desparpajo de echar a correr que los precarizados quieren negociar su testimonio a cambio de su regularidad legal como trabajadores. Todo una asquerosidad desde donde se lo mire. Y lo patético asoma que el exhicionismo tilingo que los caracteriza ha hecho que el pesado todo servicio tenga su nicho en Facebook y le haya regalado una verdadera galería de fotos de todo tipo, desde tomando el biberón a compartir el cuadro con altos funcionarios K, solamente por la calamidad del jetoneo que asola esta sociedad de NN.
Como esos mamados que trastabillan ni bien trasponen la entrada del boliche y la inercia los lleva a darse de hocico contra el mostrador, el actual gobierno ha perdido la línea y no le va peor ni se viene abajo porque en la vereda de enfrente agarran a la escopeta por el caño. Que el asesinato del joven del PO venga a descubrir la amalgama entre sindicalismo, peronismo, hampa y barras bravas es lo mismo que darse cuenta que el sol sale todos los días por el este, generalmente a la mañana temprano. Ahora, a lo sumo, hay algunas caritas televisadas y nombres escritos negros sobre blanco. A las barras bravas, hecho único en el mundo, las instrumentaron desde arriba a fines de los '50 peronistas de la primera hora como Alberto Jacinto Armando, Antonio Vespucio Liberti y Valentín Suárez para implantar la economía social de mercado en el fútbol, como le decían entonces al neoliberalismo que en los '80 sería el monetarismo de los Chicago Boys, etc. La anuencia con los uniformados es olvidarse que un comisario que llegó a la cúpula era vicepresidente del Quilmes Atlético Club cuando ya estaba en carrera Aníbal Fernández y sus amigos se turnaban en la presidencia, que Antonio Machado Ramos lo precedió un rato a Juan Carlos Rousselot en Deportivo Morón y que el último jefe de policía del Lole en Santa Fe era de la brava de los canallas. A mediados de los '80, hoy camarista de casación, por entonces asesor legal de las Naciones Unidas, un especialista en violencia metropolitana establecía claramente que en todo el mundo, empezando por Argentina, la violencia futbolera estaba montada sobre el Delito Organizado y que para el máximo organismo mundial decir Delito Organizado es decir, en ese orden, narcotráfico, adulteración de medicamentos y todo tipo de manipulaciones con los alimentos. José Luis Zanola, al que por enésima vez le acaban de negar el arresto domiciliario, cacique eterno de la Bancaria, fue presidente de Huracán y le dejó el globo hasta sin aire. A la cabeza de la barra brava de entonces estaba el principal guardaespaldas de Jorge Triaca. Y estos son ejemplos sueltos, al voleo.
La CGT, el sindicato de los sindicalistas, hiede peor que el cadáver del pobre barrabrava al que tardaron 109 días en repatriarlo después de haberlo charteado extraoficialmente con un sellito de los muchachos del Compromiso K y de la órbita de Aníbal Fernández. El gobierno de los militantes virtuales, tuiteros y revolucionarios de las netbooks con wi-fi y banda ancha están haciendo agua y se aprestan a otro padrino pelado, al mejor estilo peronista de los '50, con la carnestolenda revisionista de la reinvindicacion de la Vuelta de Obligado como gesta nacionalista y un megacorso al estilo del que se mandaron para el bicentenario y de casualidad les salió bien.
Vamos, muchachos, que el yuyito está en precio récord, el mundo tiene hambre otra vez y todavía está El Tula con el bombo para aturdir y no dejar que se escuchen las voces sensatas.